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domingo, 29 de septiembre de 2013

Ocho prácticas de aprendizaje imprescindibles...

Aunque nos encontramos en la segunda década del siglo 21, el Sistema Educativo sigue operando bajo un remachado andamiaje administrativo, pedagógico y curricular del siglo 19 y 20 en pleno colapso. Hasta el día de hoy los estudiantes continúan asistiendo físicamente a las aulas para que los educadores les sirvan de intermediarios en su proceso de aprendizaje. Sus mentes son utilizadas como dispositivos de memoria en donde almacenan conocimientos monopolizados por las casas editoriales. A lo largo de los años se les ha enseñado a hacer cosas con las manos sin reflexionar críticamente sobre lo que está ocurriendo en sus cerebros. La práctica de conectar el movimiento corporal con la actividad mental es inexistente. Las mentes de los estudiantes han sido utilizadas para replicar ideas de otros, pero no para aprender a construir sus redes de aprendizaje personales. A pesar de encontrarnos en la era del Conocimiento en Red, gran parte de las escuelas, universidades y bibliotecas operan como si la sociedad contemporeanea viviera todavía en la Era de la Ilustración.

Desde su surgimiento el sistema educativo obligatorio se ha encargado de privatizar el conocimiento, restringiéndolo a las fronteras limitadas de las aulas. Esta pedagogía tóxica se ha dedicado a promover el consumo de contenidos a ser organizados únicamente en el salón. Recursos que son plenamente monopolizados por las casas editoriales quienes cabildean con la alta cúpula del ministerio para promover sus productos educativos. El uso de los pocos recursos tecnológicos disponibles está limitado al horario de servicio laboral, reduciendo significativamente su uso en diversidad de contextos no formales e informales. El sistema obliga a su personal a operar una única plataforma tecnológica: hardware, software, sistema de gestión de aprendizajes (LMS/CMS), bases de datos y fuentes informativas de limitado acceso.  

El sistema educativo actúa como entidad absoluta en la transmisión de sabidurías por parte de los mayores. Sus experiencias de vida los sitúan más cerca de un pasado estructurado, estático, absoluto e incuestionable. No obstante, ese pasado ha dejado de ser el norte que guía a las generaciones futuras. La sociedad contemporánea se ha dado cuenta de que la construcción de su identidad no se logra transmitiendo masivamente tradiciones decimonónicas. No podemos seguir mirando pasivamente el presente como una estación terminal, sino como una vía para la construcción conjunta de un mañana mejor. Es momento de entender que los grandes éxitos del pasado ya no garantizarán los avances necesarios del futuro. Las viejas formas de aprendizaje han comenzado a desvanecerse.

Es una lástima el reconocer que el sistema educativo actual se mueve hacia un futuro que ha dejado de existir. Mientras los docentes incursionan en el mundo de las TIC con sus computadoras personales (escritorio/portátiles), sectores de la sociedad incursionan en las dimensiones TAC (Tecnologías de Aprendizaje y Conocimiento) y TEP (Tecnologías de Empoderamiento y Participación) desde sus dispositivos móviles. Aunque nos encontramos en la Era Post-TIC, muchos docentes todavía siguen adiestrándose (certificándose) en el uso de herramientas ofimáticas y sistemas de gestión de contenidos (LMS) para dictar sus cursos a distancia. En estos momentos la ciudadanía se encuentra explorando otros espacios: mundos inmersivos (realidad virtual), geolocalización, minería de datos, impresión 3D, folksomías, computación en nube, realidad aumentada e inteligencia artificial. El punto a exponer es el siguiente: Con conectar los docentes a la información de la web NO se transformará la educación del siglo 21. Hay que animarles a crear nuevos ecosistemas en donde pueden tejer sus propias redes de aprendizaje. Denominar valores es uno de los niveles cognitivos más básicos en el proceso de aprendizaje. Con definir conceptos digitalizados no se alcanzará el aprendizaje significativo que se necesita para vivir la era actual. Nuestros alumnos necesitan capacidades para inferir conclusiones a partir de la complejidad de las conexiones existentes. Y esto se logra a través del pensamiento analítico, interpretación, experimentación y reflexión crítica.

Para muchos profesionales contemporáneos la práctica de maquinar la memoria es percibida como una actividad inútil, potencialmente incapacitante, o incluso, engañosa. Esto limita los altos niveles de productividad y las múltiples capacidades de la inteligencia humana. Aprender cosas desde una sola perspectiva (la del docente) y de una sola forma (la de los textos) ya no resulta efectivo en una era en la que imperan paradigmas emergentes. Cuando los alumnos salgan al mundo real a poner en práctica lo aprendido en el aula se darán cuenta de que a penas el 10% de lo que estudiaron les será útil en su integración socio-cultural y profesional. Estudiar por superar una meta sistemática, ya no garantiza un futuro exitoso en la vida profesional ni socio-cultural.

Desde su surgimiento, el sistema educativo se ha concentrado totalmente en la planificación curricular de la instrucción (uno-a-muchos) y no en el proceso de aprendizaje (uno-a-uno) de los estudiantes; en los resultados de las pruebas diagnósticas y no en el desarrollo las capacidades personales. Se enfoca más en los logros del Estado que en el aprendizaje de sus ciudadanos. El uso del aula seguirá estando limitado al discurso magistral, la demostración mecánico-repetitiva y a la evaluación cuantitativa como únicas metodologías instruccionales. El resultado final es el otorgamiento de grados/títulos/diplomados a funcionarios corporativos (insuficientes) que aspiran trabajar en cómodas y lujosas oficinas o en bancas de alta jerarquía delegando desde afuera las instrucciones detalladas que sus subordinados deberán ejecutar dentro del sistema

No obstante las cosas han ido cambiando desde que inició el nuevo milenio. Nuevas perspectivas educativas han salido a transformar el contexto académico en algunos centros. La mayoría los postulantes coinciden en que el proceso de aprendizaje recae totalmente en el discente como actor principal. Nos encontramos en una era donde las personas no necesitan estudiar, sino aprender a crear redes de pensamiento para actuar conforme a ellas. Los educadores deberían alejarse de sus viejas prácticas metodológicas y acercarse más a las nuevas maneras distribuidas de aprender. En esta era el poder ya no reside en tener el conocimiento, sino en saberlo utilizar, poniéndolo a trabajar para nosotros, las personas, comunidades, organizaciones y sociedades. Es así que se transforman sociedades y se preparan profesionales para el caos, la incertidumbre, la diversidad y la adaptación a futuros difusos. En esta sociedad nadie puede pretender el tener en exclusiva la atención de alguien. Es una sociedad dispersa, difuminada, caótica... y  como tal, se mueve en estos parámetros (Juan Domingo Farnós). 
Portar el conocimiento en fuentes análogas con fines de transmitirlo a las masas estudiantiles ya no nos resulta efectivo. Cuando un docente habla en la clase, debería ser para generar acciones/actividades, no para informar datos. Los aprendices del siglo 21 no nececitan intermediarios que les traduzcan los complejos conceptos o procedimientos a llevar a cabo en ejemplos hipotéticos. En cambio, requieren de guías, coaches, mentores, tutores, modelos, científicos, dinamizadores y diseñadores capacitados para propiciar nuevas oportunidades de aprendizaje. Los educadores deben aprender a crear nuevos ecosistemas de aprendizaje con el fin de crear conexiones mentales compartidas dentro y fuera del aula. Aprender no solamente consiste en memorizar lo establecido por los reconocidos expertos del viejo sistema, sino en la manera apropiada de acceder al conocimiento creado por los demás conocedores. Los roles se cambian al diseñar nuevas formas de comunicar a través de la amplitud de ambientes de aprendizaje en los que participan conjuntamente. El aprendizaje no se trata de un conjunto de eventos terminales a ser superados, sino de todo un largo proceso de vida orientado a descubrir progresivamente nuestra propia ignorancia.

Foto: WizIQ Blog
Siempre he pensado que los estudiantes poseen perfiles universales y no igualitarios, como nos hacen creer los sistemas educativos en sus reformas. Los ministerios de educación no deberían operar persiguiendo únicamente los perfiles comunes de los estudiantes, sino también pensando en la diversidad de rasgos que los identifican. Ahora bien, existe un conjunto de prácticas de aprendizaje que considero impescindibles para avanzar hacia la pedagogía del siglo 21:
 



  1. Aprendizaje social: Ya es tiempo de que los alumnos dejen de ser objetos pasivos de consumo y se conviertan en productores activos de su propio aprendizaje. Ahora hay que animarlos a capturar sus experiencias personales. En vez de hacerlos consumir textos elaborados por otros, deberían abrirles nuevos espacios de interacción social en donde exponer lo que piensan y saben hacer. Comunicar consiste en compartir emociones, no en proveer datos elaborados por otros. Los estudiantes del siglo 21 actúan como nodos sociales dispersos entre la hibridación de perfiles. La gran mayoría utiliza las plataformas sociales para contactarse con sus círculos personales, donde sostienen microconversaciones digitales sobre sus experiencias. Esto abre el proceso de aprendizaje a otras horas, a otros momentos especiales que no se dan en el aula. 

  2. Co-creación/Co-diseño: Más allá de consumir contenidos elaborados por otros, los alumnos deberían aprender a diseñar/crear sus propios recursos de aprendizaje. Leer es una actividad importante en el proceso de aprendizaje, pero no es la única. Debe haber un balance justo entre la lectura y la actividad para afianzar todas las competencias posibles. Esto no es solo cuestión del contenido didáctico, sino de la construcción conjunta de un currículo evolutivo. El que los estudiantes sean tratados en el aula como aprendices novatos no significa que no puedan actuar como profesionales creativos y diseñadores de soluciones efectivas. A medida que vayan trascendiendo de la “cultura de la contemplación pasiva” a la del “conocimiento y la participación”, nos daremos cuenta de que serán capaces de realizar cosas que jamás imaginaríamos que se podrían hacer. Aprendemos más diseñando y creando cosas nuevas. Eso nos convertirá en mejores trabajadores que aprenden. El sistema nos mueve a tratar de solucionar problemas mal definidos sin establecer empatías con el contexto del problema. Esto limita significativamente la capacidad creativa en la generación de entradas y soluciones ajustadas a la situación. El pensamiento de diseño nos ayuda a investigar a través de la información, análisis de conocimientos y posicionando soluciones en el diseño y planificación de campos (Wikipedia).

  3. Aprendizaje ubicuo: Una persona capaz de construir nuevas redes de conocimiento en cualquier lugar, a cualquier hora y desde cualquier dispositivo (tabletas, teléfonos, relojes). No solo consiste en acceder a contenidos digitales, sino a vincularse con otros profesionales y con diferentes sensores que generan información útil para sacar consclusiones válidas sobre fenómenos estudiados. Aprender no consiste en aprobar exámenes, sino en saber acceder la información necesaria para poner en acción al nuevo conocimiento a través del complejo proceso de conexión de redes. Hacer esto desde entornos no tradicionales nos hace mejores trabajadores y ciudadanos amplificados.

  4. Aprendizaje multiplataforma: La escuela, universidad y biblioteca ya no son las plataformas exclusivas de aprendizaje. La sociedad ha comenzado a formar parte de otras arquitecturas tecno-pedagógicas donde también se aprende: Cursos Masivos Abiertos y EnLínea (MOOCs), Open Courseware (OCW), Entornos Virtuales de Aprendizaje (EVA), Redes Sociales Educativas, Redes de práctica, Ambientes Personales de Aprendizaje (PLE) y Redes Personales de Aprendizaje (PLN). Los discentes del siglo 21 van en búsqueda de nuevos formatos de aprendizaje que les permitan expandir sus horizontes de posibilidades en el menor tiempo posible. Por tal razón, vemos cómo están aprendiendo a manejar las redes sociales, programas de código abierto (OS), servicios web freemium y aplicaciones móviles (apps) para agilizar sus trámites. Lo que muchos usuarios buscan es aumentar sus niveles de productvidad y extender sus capacidades comunicacionales. Desde sus plataforma móviles ya pueden realizar parte de sus tareas o actividades, aprovechando las conexiones que se generan cuando se encuentran en otros espacios en los que también se aprende.

  5. Aprendizaje situado: El lugar en el que el contenido es producido adquiere mayor importancia cuando el aprendiz forma parte de él. El conocimiento teórico existente se estudiará a raíz de la interacción del aprendiz con el sitio en el que se encuentra en un momento dado. Por tanto, el aprendiz situado es aquel que interactúa con más de un conocedor sobre un tema en lugares que no son propios del aula. El aprendizaje se legitima cuando el aprendiz interactúa en comunidades de práctica donde se encuentran inmersas la actividad, contexto y cultura en la periferia de los expertos. 
  6. Meta-AprendizajeLos ambientes, plataformas, contextos y formatos de aprendizaje social son de vital importancia para sumergirse en procesos de meta-aprendizaje, en donde los aprendices hacen referencia a la capacidad de evaluar su propio proceso de aprendizaje con el proposito de hacerlo más conciente y eficiente. Los aprendices autoevaluan sus propios procesos mentales mientras asimilan la construcción de sus nuevos conocimientos. Ellos seleccionan sus estrategias cognitivas más adecuadas para un aprendizaje eficiente. La educación contemporánea tiene como objetivo el hacer que los alumnos aprendan mejor, de manera activa y por sí mismos. El mejor emeplo de esto es cuando aprenden a crear sus propias zonas de desarrollo cognitivo, utilizando herramientas como Prezi, SpicyNodes, MindMeister, CMapsTools, entre otras. Éstos generarán sus propias bases para pasar juicio sobre los recursos creados. Los productos de calidad requieren de las ideas, sugerencias, aportaciones y comentarios de sus compañer@s de clase y de otros agentes externos que intervienen en el proceso. No se puede aprender a plenitud si solo se evalúan las cosas desde un punto de vista: el docente.
  7. Aprendizaje global: Los aprendices de la era ya no se inscriben en los programas académicos de su región. Ahora lo hacen en cualquier programa que cumpla con sus expectativas personales: necesidades, preferencias e intereses. El aprendizaje global puede ser tanto formal, no formal como informal. Gran parte de los diplomados o certificaciones que se lanzan en la web están basados en el desarrollo de proyectos de aprendizaje. Poco a poco se han introducido plataformas múltiples que sirven como recursos para diseñar espacios de aprendizaje colaborativos. Esto se debe a que las profesiones del futuro requerirán profesionales capaces de laborar remotamente en cualquier proyecto de carácter transnacional. El aprendiz se globaliza en la medida en que sabe automatizar la información en un momento dado, cuando sostiene interesantes relaciones con personas de otras culturas y cuando forma parte de proyectos con objetivos transnacionales. Ya no pensamos a nivel regional, sino que se desarrolla una conciencia planetaria porque se entiende que lo que ocurre en un lugar específico puede repercutir (positiva o negativamente) en otras partes del planeta.
  8. Autosuficiencia: Los arquitectos de futuros son quienes tienen la capacidad de hacer actividades o tareas esenciales por sí solos o, al menos, saber a quienes contactar en la realización efectiva de proyectos complejos a nivel colectivo (co-working). Maximizan sus capacidades tomando e implementando sus propias decisiones para mejorar su vida y cumplir con los objetivos propuestos. Saben resolver problemas, manejar conflictos, pronosticar fenómenos emergentes, diseñar pensamientos, pensar lateralmente y percibir las cosas desde múltiples dimensiones. De la misma manera, un aprendiz autosuficiente posee una serie de destrezas, habilidades, competencias, creencias y talentos personales que lo llevarán a desplazarse efectivamente por los diferentes horizontes de posibilidades. Utiliza cualquier recurso disponible para sacarle el máximo de su potencial en beneficio de su crecimiento. Sabe poner su conocimiento, talentos y expeciencias al servicio de los demás. Gestiona diversidad de entornos personales de conocimiento con fines de evidenciar la construcción de sus futuros. No se deja influenciar por las corrientes socio-tecnológicas del momento, sino que es él/ella quien le da su forma personal a la tecnología utilizada. Sabe dispersarse entre la dimensión física y virtual con diferentes fines personales o colectivos. Su mente está capacitada para adaptarse a los grandes cambios de la era, al caos, a la incertidumbre y al futuro difuso. En tiempos de crisis, el saber crear nuestros propios productos de consumo es una actividad imprescindible. Poco a poco la sociedad del siglo 21 adquirirá la materia prima necesraria para aprender a sustentarse por símisma. La era del consumo masivo se está desvaneciendo, y la nuevas sociedades aprenderán a desprenderse por completo del sistema industrializado de la dependencia.

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